viernes, 13 de junio de 2014

LA REVELACIÓN

Martín Prieto


El relámpago de la juventud se apagó
justo cuando te escribía una carta
que no te mandé. La carta era imperial:
hablaba de un tanque australiano
donde nos habíamos bañado un verano
y de las flores blancas y amarillas
de unos nenúfares que se enredaban en tu pelo
y volaban como si fuesen marionetas de mariposas
cada vez que vos movías la cabeza
para sacártelas de encima
-y no se iban. ¿Por qué te escribí?
¿Por qué terminó la tormenta
que parecía que iba a durar para siempre?
¿Por qué una cosa sucedió mientras sucedía la otra?
Envejecí escribiéndote una carta
cuyo objeto era relatarte como fuiste una vez
y por cada célula tuya que lograba inmortalizar
se moría una mía, una mía se moría, se moría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario