domingo, 15 de junio de 2014

UNOS DÓLARES

Washington Cucurto


Hoy fui a la calle Lavalle a cambiar unos dólares
o mejor dicho, "fui a cambiar unos dólares a la calle Lavalle".
Podría ser una misma oración, pero no lo es,
siempre que unos dólares estén delante de las cosas
no pueden ser iguales.

¡Que cambiada estaba la calle Lavalle!
Ya no florecía el muchacho abstemio que solía
tomar sol en Mc Donals de Florida al 900.

Odio los dólares y por eso los cambio
no los quiero conmigo en casa,
alimentando mis sueños de ahorrista que,
de nada valen. Velando el sueño de mis hijos
por las noches y las madrugadas.
Los dólares son monstruos, una plaga que no
es bueno tener en casa. ¡Por eso los cambio!

Ya se acerca la primavera, Ramoncito,
tendremos unos dólares convertidos en pesos
para gastar juntos por la calle Lavalle.

Nunca había visto a la calle Lavalle tan atestada de pobres
      y de mendigos, de pálidos turistas, enfermos por el
      dinero.
Nadie amam más el dinero que los turistas, por eso ¡los
      odio!, Ramoncito.

Tomaremos un helado, iremos a las pizzerías
y en las librerías de usados compraremos un best seller del pasado.
Ramoncito, la primavera está a punto
pero vos no la ves, estás en la panza de tu madre.
Pronto saldrán como sabemos, tus hermanitos
y te recuerdo y te adoro, ¡Ramón Vega!

Iremos a orinar a los bares:
ya no está el muchachito antropológico y mitómano
peinado a la gomina, leyendo un libro de Sur,
en la cafetería de Alberto Girri.

¡Ramoncito éste es Alberto Girri!
¡Ramón éste es Arturo Carrera tomando su gin tonic!
El poeta nacional nos regaló un bello librito:
¡Telones zurcidos para títeres con hímen!

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