miércoles, 2 de julio de 2014

de, EL AHOGADO

Juan José Burzi
I

El Sena arrastra un cuerpo humano.
Los curiosos espían desde la orilla, con la seguridad que les da la tierra y
el enfermo placer de saber que ese montón de carne, ya hinchada y morada
no son ellos, ni sus amantes, ni sus hijos.
Pero no están, en definitiva, del todo seguros.
Por eso espían.

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