miércoles, 20 de agosto de 2014

LA NOCHE QUE NO ME SUICIDÉ

Claudia Vaca

Bailabas en el canto de Watteau,
pintándome un carnaval
de engañosas mariposas
que regalan odiseas.

La noche que no me suicidé
caminabas en las rieles
de mi infancia
cual serpentín viajero

La noche que no me suicidé
tomabas mi mano
y nadaba mi loto en tus aguas.
Despertabas mi boca
cual mujer extasiada
en «El Beso» de Klimt.

La noche que no me suicidé
zambullí mi existencia en el fondo del mar,
para nadar
con alas y sin cabeza,
cual Victoria de Samotracia,
en todas esas noches que no me suicidé.



La noche que no me suicidé
me habló tu sonrisa
desde la escritura de Baudelaire.
Me abrazaron tus brazos
desde la «risa y el olvido» de Milan Kundera.
Me mojaron las aguas
de «El mismo mar» de Amos Oz,
para mecerme cual «Hija amada»
en la escritura de Toni Morrison.

La noche que no me suicidé
me visitó la orilla encastillada
en el río de Rubens
y mis jardines de pereza
me pintaron Girasola,
matando a la curiosidad por saber
qué hay en el vientre de la muerte
la noche que me suicidé.

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