Virginia Lopez |
Le pedí las llaves y en ese momento
me arranqué un ojo.
Nada sangró, limpio, lo apoyé en la mesa
y lo contemplé.
Para eso tenemos dos ojos,
en caso de desesperación , nos arrancamos uno.
Todos los días siento su ausencia,
me duele, y duele el duelo del dolor,
porque hasta al dolor mismo le duele lo que hice,
Me acorralaste, y decide por los dos.
Vos, vivías. Yo dolía.
Estoy sola con cortinas negras.
Una pared que se está destruyendo,
por la humedad, se llena de hongos.
En el piso de arriba, había dos mujeres locas, madre e hija,
las internaron y nadie se atreve a abrirlo.
Los caños se rompieron y me inundan.
En posición fetal, lloró por mi ojo,
con un solo ojo.
Pero, en esta partida la suerte me acompaña.
Por mis mejillas, se escurren
la mitad de las lágrimas.
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