Eduardo D´anna |
No vengas, Julieta, esta noche
a molestarme a mi ventana.
Han llegado primero los mosquitos,
el ventilador zumba como una dinamo
y mi mujer ronca y me patea.
No vengas, no soy capaz de ningún sacrificio,
No haré favores a ningún autor con mi conducta,
quiero ser un anónimo.
Y dormir. Y que el calor se vaya,
y que el sueldo me alcance.
No vengas, no me iré de vacaciones
de todos modos. Puedes mirar
mi ventana y soñar, estaré siempre.
Te lo pido, déjame en paz, Julieta.
No cruces el vacío
por la soga de tender la ropa.
Genial como mezcla el romanticismo con los malestares cotidianos. Julieta casi se transforma en un mosquito en esa noche de calor.
ResponderEliminar